Siento celos de tu almohada,
Por poder ver tu cara cada noche,
Y tus ojos cada día al despertar;
Siento celos de las sábanas,
Que pueden abrazarte mientras dormís,
Y acarician tu espalda sin despertarte;
Siento celos del aire que te roza,
Del sol que te quema la piel,
Y del frío que la eriza;
Siento celos de los ojos que te miran
Y de los oídos que te escuchan
De la forma en que yo no puedo.
Cecilia N. Zanoni
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